Túneles: La Solución para Proteger el Jardín Botánico y un Recordatorio desde Central Park

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Por Johnny Arrendel, periodista y defensor de la libertad de expresión*

En Nueva York, la sola idea de tocar un metro cuadrado de Central Park (3.4 millones de m²) para una vía o construcción suena a herejía.

Este ícono verde, protegido como hito histórico, está blindado por leyes como la doctrina de confianza pública, la Comisión de Preservación de Monumentos y la férrea oposición de la Central Park Conservancy y millones de ciudadanos.

Alterarlo requiere permisos del Departamento de Parques, un referendo público y la aprobación de la legislatura estatal. ¡Un camino cuesta arriba!

Basta recordar cómo Nueva York resolvió el tráfico con túneles bajo el parque, como las carreteras transversales, sin sacrificar un solo árbol. Esa es la mentalidad: innovar, no destruir.

En Santo Domingo, nuestro Jardín Botánico Nacional Dr. Rafael María Moscoso (2 millones de m²) enfrenta un impasse similar.

Proyectos como la ampliación de la avenida República de Colombia amenazan con reducir este pulmón verde, hogar de especies únicas y un refugio para la biodiversidad.

Talar aunque sea una pequeña parte implicaría aprobar estudios ambientales rigurosos, sortear el rechazo del Ministerio de Medio Ambiente y enfrentar la indignación ciudadana.

La historia dominicana es cíclica: cada cierto tiempo, surgen propuestas que atentan contra nuestro patrimonio ecológico, aunque casi siempre existen alternativas viables que no provocan a la población de manera tan innecesaria.

La solución está a la vista: habilitar túneles. Construir pasos subterráneos bien diseñados, como los de Nueva York, es resolver problemas de tránsito sin tocar la superficie del Botánico y preserva la capa freática, las aguas subterráneas y la biodiversidad.

La tecnología actual facilita esos viaductos, y el costo, aunque alto, es una inversión en sostenibilidad frente al daño irreparable de perder nuestro legado natural.

Recordemos casos pasados: proyectos que han intentado mermar áreas protegidas suelen terminar en protestas y soluciones alternativas.

¿Por qué no aprender de una vez? Como dominicanos, merecemos un desarrollo que no sacrifique lo que nos hace únicos.

La oposición a estos proyectos, desde la UASD hasta los partidos de oposición demuestra que la ciudadanía está alerta.

No necesitamos más enfrentamientos; necesitamos propuestas inteligentes.

Construyamos túneles, planifiquemos con visión de futuro y dejemos de ver nuestros espacios verdes como obstáculos.

Central Park nos enseña que es posible impulsar el progreso sin dañar el patrimonio natural. ¡Hagamos lo mismo con nuestro Jardín Botánico!

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*Johnny Arrendel es periodista y defensor de la libertad de expresión, comprometido con un periodismo crítico y propositivo para la República Dominicana

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