PUERTO PRÍNCIPE (AGENCIA EFE).-.- «El tiroteo es fuerte, sigue haciendo ruido en mi cabeza», cuenta Esperancia Rémy, de 12 años, una de tantos niños que han huido deCité Soleil, un municipio de la región metropolitana de Puerto Príncipe, escenario en las últimas semanas de una sangrienta guerra entre bandas armadas.
La niña está refugiada junto a cientos de menores en una escuela en Delmas 33, mientras que sus padres siguen en Cité Soleil, donde los enfrentamientos entre bandas armadas han dejado más de un centenar de muertos y miles de nuevos desplazados, según organizaciones humanitarias y de derechos humanos.
En total, hay unos 700 niños refugiados de Cité-Soleil, en su mayoría no acompañados, alojados en cinco centros bajo la responsabilidad de la institución benéfica La famille de Kizito.
CITÉ SOLEIL, UN INFIERNO
«He visto cómo quemaban a gente viva», «Hay una señora a la que le han quemado el bebé dentro de su casa», «Te disparan y luego te queman», narran a Efe algunas de las pocas mujeres que han podido salir con sus hijos de Cité Soleil, una zona donde los enfrentamientos entre bandas han sido una constante en la última década.
La guerra también llevó a un refugio a Michelet Jean, de 16 años, y cuyo hermano, Peter, sobrevivió el año pasado a un disparo realizado por un miembro de estos grupos criminales.
«He visto muchas muertes. Vi a gente que luchaba en la guerra, a heridos y a personas que eran llevadas al hospital», describió el adolescente.
Estos testimonios atestiguan la atrocidad de las guerras que se libran en Cité Soleil desde el 7 de julio, entre la coalición de bandas G9, dirigida por el expolicía Jimmy Cherisier, alias Barbecue, y el GPEP, dirigido por Ti Gabriel.
De acuerdo con la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA), en los últimos tres años, en un contexto de persistente crisis política y económica, las bandas armadas han extendido gradualmente su control sobre más de un tercio del área metropolitana de Puerto Príncipe.
CIENTOS DE VÍCTIMAS
Mientras que la OCHA informa de 99 muertos y 135 heridos, la Red Nacional de Derechos Humanos (RNDDH) reporta más de 300 muertos y 160 heridos en estos sangrientos conflictos armados.
Por su parte, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos habla de 234 víctimas en general y el Centro de Análisis e Investigación en Derechos Humanos (CARDH) informa de 150 muertos y 300 heridos.
Pero, según la población civil, nadie podrá contar realmente el número de muertos.
«En cuanto te agarran, te queman vivo», afirma una mujer desplazada con tres de sus hijos.
Los muertos son «soldados de ambos bandos, civiles, niños, bebés y mujeres», según los residentes de Cité Soleil que llevan varios días dispersos en varias zonas.
NIÑOS QUE LO NECESITAN TODO
«La mayoría de estos niños han salido solo con la ropa que llevaban. Así que no tienen nada», afirma a Efe la misionera Paesie, fundadora de la familia Kizito, organización que lleva años atendiendo a los niños de la barriada de Cité-Soleil.
Tienen entre 6 y 17 años de edad «y lo necesitan todo», desde agua y comida hasta colchones y sábanas, explica Paesie, de nacionalidad francesa.
La misionera afirma que ha recibido ayuda de particulares y de organismos como Unicef y el Programa Mundial de Alimentos (PMA), pero resulta insuficiente debido a la cantidad de niños.
Uno de los niños vio cómo quemaban vivo a su padre, otros ni siquiera saben dónde están sus padres, relata.
RECLAMAN REALOJAMIENTO
Alojados en plazas públicas y escuelas, estos desplazados piden ayuda para ser realojados, ya que no quieren volver a la ciudad porque «siempre está en guerra».
«En estos barrios de donde proceden estos niños, todas las casas han sido quemadas. Solo queda una escuela en pie», según Paesie.
Está claro que se trata de una situación temporal que no puede durar demasiado, agregó, al tiempo que confió en que los padres «encuentren la manera de recoger a sus hijos».
«Nuestra casa ha sido incendiada. Le pido al Estado que me dé un lugar para dormir», dice Mirlande, comerciante y madre de cinco hijos que vive detrás de una de las escuelas de Paesie.
Al igual que ella, todas las mujeres cabeza de familia que viven en esta escuela reclaman su realojamiento porque les resulta imposible volver a la zona ya que sus casas fueron quemadas.