Por Johnny Arrendel
(periodista y defensor de la libertad de expresión)
El Anfiteatro de La Puntilla, joya cultural del polo turístico de Puerto Plata, languidece en estado de deterioro y abandono que indigna a los residentes y ahuyenta a los visitantes.
Este espacio, remodelado en tiempos relativamente recientes, sufre las consecuencias de un mantenimiento deficiente y un uso esporádico que no justifica su importancia como motor cultural y turístico.
La corrosión por el salitre, propia de estructuras costeras, acelera su degradación, evidencia de falta de un programa de mantenimiento preventivo robusto.
Puerto Plata, cuya economía depende del turismo, no puede permitirse este descuido.
Contrastemos con el éxito de la Plaza Juan Barón y el Complejo Güibia en el Malecón de Santo Domingo, intervenidos hace cerca de 15 años bajo la visión del entonces alcalde Roberto Salcedo.
Estas áreas mantienen su esplendor gracias a una estrategia clara: proyección al futuro, afluencia diaria de público y una vertiente comercial que incentiva a emprendedores y marcas a preservar las instalaciones.
La constante actividad cultural, desde conciertos hasta celebraciones de Año Nuevo, y la vigilancia efectiva han hecho de estos espacios un modelo a seguir.
Salcedo avanzó en la recuperación del Malecón con un proceso continuo que, de haber proseguido, pudo haber rescatado incluso la playa de Güibia como balneario, similar a la reciente rehabilitación del río Sena en París.
Las autoridades de Puerto Plata deben actuar con urgencia. El Anfiteatro de La Puntilla necesita un plan integral que combine mantenimiento preventivo, programación cultural constante y alianzas con el sector privado para garantizar su sostenibilidad.
No basta con restaurar; hay que darle vida diaria.
Solo así Puerto Plata recuperará este ícono y fortalecerá su oferta turística, honrando el orgullo de su gente y el potencial de su litoral.
¡Con el Anfiteatro de La Puntilla en Puerto Plata, es hora de pasar de la queja a la acción!