SAN FRANCISCO (NBAMANIACS.CCOM).-Los Minnesota Timberwolves están a las puertas de volver a las Finales de Conferencia. Los de Chris Finch no han tenido piedad de unos Warriors sin Stephen Curry y ha vuelto a asaltar el Chase Center, esta vez con menos sufrimiento y más contundencia que el Game 3 al vencer por 110-117. Y es que Anthony Edwards no quiso que el duelo llegase apretado al último cuarto y se encargó de que así fuera.
Ahora, con 3-1 y un quinto partido en casa, todo pinta muy prometedor para los de Mineápolis. Pero tienen que rematar la faena antes de que las cosas se compliquen.
A la espera de un milagro
No sería la primera vez que Golden State da la vuelta a un 3-1, pero las circunstancias son muy diferentes a aquellas Finales del Oeste de 2016. Los de Kerr, no obstante, tienen aún una bala a la que aferrarse, que es la posible vuelta de Curry para el Game 5. Porque si algo que ha quedado claro en estos encuentros es que, cuando la defensa de los Timberwolves aprieta, no tienen los recursos para hacerle daño si el base no está en la pista.
Randle a la fuerza
El duelo comenzó con Julius Randle como claro protagonista, en otra demostración de la madurez y crecimiento que está exhibiendo en esta postemporada. El ala-pívot asumió galones en el ataque de los Timberwolves y anotó de todas las maneras posibles, leyendo de forma inteligente la defensa y encontrando siempre la forma de castigarla.
Ayudó, por su puesto, su gran acierto desde el triple y la media distancia, pero supo también llevarse a sus defensores a la pintura o romperlos desde el bote para generarse buenas situaciones, consagrándose como el mejor durante el inicio.
Con todo, su gran arranque no intimidó a Golden State, que se aferró a sus escasas armas para mantener el tipo. Kerr dio galones a Jonathan Kuminga, muy agresivo en sus penetraciones, y los chispazos de Buddy Hield desde el triple dieron también oxígenos a un ataque que, con todo, mostraba sus limitaciones en estático.
Precisamente por eso los Warriors crecieron aún más cuando decidieron cambiar a una defensa en zona, con la que consiguieron atascar a los Timberwolves y generar más opciones para anotar en transición tras rebote o robo, viendo así sus mejores minutos de la noche. Este planteamiento sacó a Randle de su zona de confort, pero tuvo un efecto secundario que resultó ser aún más peligroso: hizo a Anthony Edwards darse cuenta de que tenía que dar un paso adelante.
Hasta aquí
Ant cerró la primera parte con dos triples para estrechar diferencias e ir calentando la muñeca, pero fue en la segunda cuando comenzó de verdad su momento. El escolta sacó a relucir su completísimo repertorio, en el que brillaron sus triples lejanos pero en el que hubo de todo, desde penetraciones con increíbles cambios de dirección a tiros de media o larga distancia.
Pero aunque cambiaran las formas, el resultado siempre era el mismo: más puntos para los Timberwolves.
Su explosión coincidió además con el momento en que las limitaciones ofensivas de los Warriors empezaron a pasarles factura. Los milagros de Hield, Kuminga y Green empezaron a agotarse, y Butler, increíblemente cerrado por la defensa de McDaniels, no logró nunca alzarse como una primera opción en tiempos de crisis para salvar a los locales. Las ventajas generadas escaseaban; los tiros precipitados, por su parte, eran mayoría.
Esto no solo dificultó la anotación de los locales, sino que dio a Minnesota la opción de anotar en transición y de encontrar aún más formas de sumar, lo que disparó al ventaja hasta los 20 puntos de diferencia. Con un parcial de 17-39 en el tercer cuarto, los de Finch hicieron a los Warriors notar la baja de Curry y dejaron la eliminatoria casi sentenciada, prácticamente a la espera de lo que Steph, si es que está de vuelta en el Game 5, pueda hacer.
Porque sus compañeros, al menos en el último cuarto, no encontraron la manera. Hubo pundonor por parte los reservas, que se empeñaron en recortar la diferencia en los últimos minutos, pero a estas alturas ya no basta con eso. A estas alturas hace falta un talento diferencial como el que Golden State tiene en la enfermería… por ahora.
Jugadores destacados
Estos fueron los hombres que guiaron a los Timberwolves al triunfo.
Anthony Edwards
Hubo partido hasta que quiso. Salió a la segunda parte decidido a acabar con las esperanzas de los locales y lo hizo en cuestión de unos minutos. Actuación de absoluta superestrella de la liga.
Julius Randle
Pareció indefendible en un inicio que sirvió para marcar el tono, y luego siguió aportando y secundando la explosión de Edwards. Juntos, se convirtieron en la primera pareja de jugadores de los Timberwolves con 30 puntos cada uno en un partido de playoffs desde Kevin Garnett y Sam Cassell en 2004. Casi nada.
Jaden McDaniels
Gran responsable de que Jimmy Butler volviese a quedar reducir a un jugador de rol y no tuviese oportunidad de intentar rescatar a Golden State del atasco. Brilló en defensa y también en el rebote, pues terminó con 13 capturas.