Santo Domingo. – La médico anestesióloga especialista en dolor Angela Marmolejos pidió a sus colegas evitar dolor en los pacientes con tratamientos invasivos que no darán ningún resultado.
Indicó que hay que darle todas las oportunidades al paciente y hacer lo necesario para que mejore, pero sin olvidar detenerse a pensar “si lo que ofrecemos realmente beneficia al paciente o le añadirá más dolor al final de la historia”.
“Los médicos debemos parar procedimientos agresivos que no mejoren los pacientes”, sentenció la también nutrióloga y CEO de Pallia, proyecto especializado en manejo de dolor, cuidados paliativos y asistencia domiciliaria.
Explicó que la distanasia o el encarnizamiento terapéutico aparece cuando los médicos insisten en intervenciones desproporcionadas que no cambian el pronóstico, pero prolongan el sufrimiento.
“Mantener a un paciente terminal bajo procedimientos invasivos, tratamientos agotadores o soportes artificiales que no brindan una oportunidad real de recuperación, no es sinónimo de esperanza; es, muchas veces, una forma silenciosa de daño”, comentó.
Manifestó que con cada nueva tecnología crece la idea entre médicos que siempre existe una alternativa más, una terapia experimental, un recurso adicional que podría funcionar.
“Pero en ese camino también observamos algo preocupante: la dignidad y la calidad de vida pueden quedar relegadas a un segundo plano”, enfatizó Marmolejos, quien también es nutrióloga.
Sostuvo que el costo emocional de tomar ese camino es alto para el paciente, su familia y el cuidador, “quienes mantienen la fe en una mejoría porque confían en que cada intervención representa una posibilidad real de mejoría”.
“He visto cómo, cuando se conversa a tiempo, cuando se explican los límites de la medicina con honestidad y humanidad, surgen decisiones más serenas, más respetuosas, más centradas en lo que realmente importa”, explicó.
“Por eso invito a mis colegas y a todas las familias que enfrentan diagnósticos difíciles, a reflexionar sobre algo esencial: la medicina no solo trata enfermedades, acompaña personas. Entre la cura y el cuidar, a veces lo más valioso es lo segundo”, precisó.
Agregó cuando un paciente vive con una enfermedad terminal o de progresión rápida, cada decisión terapéutica debería pasar por un filtro ético y humano que incluya las preguntas cómo mejorar su calidad de vida, si alivia su sufrimiento, si respeta su dignidad y sus deseos o si solo prolonga un proceso irreversible.
“La ciencia nos ha dado herramientas poderosas, pero aún más poderosa debería ser nuestra capacidad de escuchar, de comprender y de reconocer cuándo el verdadero acto de amor -y de medicina- es ofrecer confort, presencia y acompañamiento”, observó.
La doctora Marmolejos es anestesióloga con formación especializada en nutrición, manejo del dolor y cuidados paliativos obtenida en el país, México y Brasil.

