Santo Domingo. – La psicóloga y terapeuta familiar Abril Peña Taveras aseguró que el aumento de las penas en el Código Penal, como mecanismo para disuadir los delitos, no es suficiente para frenar la violencia en la República Dominicana, advirtiendo que mientras no se invierta en educación y salud mental, el sistema penal continuará siendo reactivo y no preventivo.
Peña Taveras, quien además preside la Asociación Dominicana de Profesionales de la Psicología, hizo estas declaraciones en el programa Propuesta de la Noche, conducido por el periodista Manuel Jiménez por Teleimpacto, canales 52 y 22, donde abordó de manera integral las causas estructurales de la violencia, la criminalidad y el deterioro de la convivencia social en el país.
Al referirse al nuevo Código Penal, que contempla condenas de hasta 60 años por acumulación de penas, la especialista sostuvo que la efectividad de estas medidas dependerá del perfil psicológico y social del infractor.
“Si una persona tiene una patología mental o una psicopatía, no va a discernir si le caerán 20, 30 o 60 años. No reflexiona, no tiene estructura para eso”, explicó.
En cambio, para individuos sin afectaciones mentales, con mayor conciencia de sus actos, las consecuencias podrían tener algún efecto disuasivo, aunque no suficiente si el entorno no cambia.
La presidenta del gremio psicológico resaltó la necesidad de atender las condiciones del sistema penitenciario, recordando que, en algunos sectores empobrecidos donde trabaja como profesional, estar en prisión puede representar incluso una mejora de condiciones.
“He trabajado en comunidades como Cristo Rey, La Puya de Arroyo Hondo, El Caliche, y puedo asegurar que muchas veces, para ciertos ciudadanos, la cárcel significa más garantías que la calle”, afirmó.
Insistió en que el verdadero camino para prevenir la delincuencia comienza en la niñez, en el hogar, en la escuela y en la comunidad. “A más educación, menos cárceles. Como decía San Juan Bosco, si queremos evitar prisiones, debemos invertir en formación”, subrayó.
Sobre la violencia de género, Peña Taveras lamentó que, pese al endurecimiento de las sanciones y mayores mecanismos de protección, los feminicidios continúan en cifras alarmantes.
Citó estadísticas oficiales del Ministerio de Interior y Policía que registraban entre 36 y 48 casos hasta el 4 de agosto de este año, sin contar los subregistros.
“Aún con penas severas, los crímenes contra mujeres se mantienen. Eso revela que el castigo no es suficiente; necesitamos prevenir desde la cultura, la autoestima, la salud emocional”, puntualizó.
A su juicio, la violencia se aprende. “La agresividad puede ser instintiva, pero la violencia se modela. Cuando hay autoridades violentas, figuras paternas abusivas, y un entorno que normaliza la agresión, eso se hereda y se reproduce”, explicó.
En ese sentido, diferenció entre agresividad como instinto de defensa y violencia como construcción social, alimentada por años de represión, fallas institucionales y pérdida de autoridad legítima.
En cuanto al estado de la salud mental en el país, la doctora alertó sobre un deterioro sostenido. “Ya antes del COVID-19 un 19 % de la población presentaba trastornos mentales.
Después de la pandemia, la situación se agravó”, dijo. Entre los factores que afectan el bienestar psicológico mencionó el estrés cotidiano, la inseguridad, el desempleo, los apagones, las deudas, los conflictos laborales y familiares, y la mala alimentación.
“La nutrición impacta el estado emocional. Hoy sabemos que el sistema digestivo es un segundo cerebro. Si falta el alimento, faltan también los neurotransmisores, y eso tiene consecuencias directas en la conducta”, argumentó.
Peña Taveras también criticó la falta de sentido de vida entre muchos jóvenes. A diferencia de generaciones anteriores que luchaban por causas colectivas, afirmó que hoy muchos viven sin proyectos claros, lo que agrava la desesperanza y la violencia.
“El que no tiene un por qué, no puede soportar el cómo. Por eso reaccionan impulsivamente, con machete, con piedra, con gritos. No tienen herramientas internas para manejar la frustración”, advirtió.
Planteó que la violencia no solo se refleja en delitos graves, sino también en la convivencia cotidiana. “Aquí se mata por un parqueo, por un roce de vehículos, por una mirada. Todo eso habla de una sociedad fracturada emocionalmente”, dijo.
Finalmente, hizo un llamado al Estado a llevar los programas de prevención, educación emocional y salud mental a los barrios más afectados.
“Hay que ir donde está el problema: los fines de semana, en las comunidades donde la convivencia se vuelve más densa. Hay que educar en autoestima, cultura del buen trato, y poner atención a las familias disfuncionales. Hoy las redes sociales están educando más que los padres”, concluyó.