ESTADOS UNIDOS (AP).-El gobierno de Estados Unidos ha notificado al Congreso su intención de declarar a las pandillas haitianas Viv Ansanm y Gran Grif como organizaciones terroristas extranjeras, según confirmaron a condición de anonimato tres personas familiarizadas con la comunicación.
La decisión, aún no anunciada oficialmente, representa un giro radical en la política de seguridad exterior estadounidense: por primera vez se aplicará esta designación, usualmente reservada para grupos como Al Qaeda o Estado Islámico, a pandillas caribeñas.
La medida —impulsada por la administración de Donald Trump como parte de su agresiva agenda migratoria y de seguridad— busca endurecer sanciones y penalidades contra quienes brinden “apoyo material” a estos grupos. También allana el camino para operaciones policiales y de inteligencia más amplias tanto dentro como fuera de Estados Unidos.
No se trata de una acción aislada. Washington había hecho algo similar recientemente con el Tren de Aragua, una organización criminal de origen venezolano a la que calificó no solo como terrorista, sino también como una “fuerza invasora” para justificar la deportación de migrantes a una prisión de máxima seguridad en El Salvador. El uso de una ley de tiempos de guerra del siglo XVIII evidencia hasta qué punto el aparato legal estadounidense puede adaptarse —o retorcerse— para enfrentar fenómenos criminales transnacionales bajo una óptica belicista.
En Haití, el drama es cotidiano. Desde la formación de Viv Ansanm en septiembre de 2023 —una coalición inédita que unió a bandas rivales como G-9 y G-Pèp— el país ha vivido una escalada violenta que dejó más de 5.600 muertos solo en 2024 y provocó el desplazamiento forzado de más de un millón de personas. Las pandillas controlan al menos el 85% de Puerto Príncipe, y no se limitan ya a los barrios marginados: atacan hospitales, escuelas, y comunidades que antes vivían en relativa paz.
Viv Ansanm fue responsable de una serie de ataques coordinados en febrero de este año que paralizaron el principal aeropuerto internacional, liberaron a cientos de presos de las cárceles más grandes del país y, en última instancia, precipitaron la renuncia del primer ministro Ariel Henry. Desde entonces, el grupo ha expandido su influencia más allá de la capital.
Dentro de esta coalición, Gran Grif —o pandilla Savien— destaca por su crueldad y su dominio en la región de Artibonite, donde su líder, Luckson Elan, alias “General Luckson”, es señalado como autor intelectual de la masacre de Pont-Sondé, en octubre de 2024, donde murieron más de 70 personas. El grupo también ha sido vinculado con el asesinato reciente de varios civiles, incluido un niño de 11 años, en la localidad de Petite Rivière.
Según informes de Naciones Unidas, Gran Grif surgió tras el colapso de las instituciones estatales en la zona, con el exdiputado Prophane Victor involucrado en la formación de grupos armados juveniles. Victor fue arrestado en enero, y tanto Canadá como Estados Unidos lo sancionaron por sus nexos con el crimen organizado y graves violaciones de derechos humanos.
La designación como grupo terrorista extranjero abrirá la puerta a nuevas formas de cooperación internacional para contener a estas bandas, pero también plantea dilemas humanitarios. Las sanciones podrían estrangular aún más el ya limitado acceso a ayuda humanitaria en zonas controladas por pandillas, mientras miles de civiles siguen atrapados en un conflicto sin salida.
En este escenario, la pregunta no es solo cómo frenar a las pandillas, sino qué papel está dispuesto a jugar Estados Unidos en la reconstrucción del Estado haitiano. Porque etiquetar a los verdugos no basta si no se protege a las víctimas.