Entre la solemnidad congresual y lo popular, pierde el país

Por: José Cáceres

La decisión del presidente Luis Abinader de mover para el Teatro Nacional el acto de juramentación de su nuevo período de gobierno, abandonando así la solemnidad del Congreso Nacional.

No entiendo ese movimiento. Lo que tiene decenas de años realizándose sin ningún problema, no se puede echar por la borda, por nuevos aires de cambios y para hacerlo diferente.

Hasta muestra lo contrario, creo que sería la primera vez, que esa situación ocurre, que un Jefe de Estado deja el Congreso Nacional donde estarán en Asamblea los diputados y senadores, más invitados internacionales, para jurar por cuatro años en otro lugar, que, aunque es la Sala Nacional para espectáculos artísticos, ni por asomo, aguarda la solemnidad del Congreso Nacional.

Recuerden que hace un par años atrás, Abinader fue festejar el acto de la Restauración y lo hizo frente al Monumento de Santiago y vino un aguacero torrente y hubo la necesidad de desmontar todo para hacerlo en el Teatro Nacional.

Si vienen 15 mandatarios e invitados especiales a la juramentación, soy de opinión de que todos ellos caben bien en el Congreso Nacional. Es solo optimizar los espacios.

Habría que urgar a ver que dicen los reglamentos internos de Protocolo del Congreso Nacional.

Pero, si es una decisión tomada y justificada, solo nos quedará observar lo que allí sucederá.

Recuerden que Abinader dijo que el 16 de agosto como que tenía en mente introducir los proyectos de Reforma de la Constitución y de la Reforma Fiscal.

Una sala de espectáculo artísticos estará preparado para ello. Piénsenlo bien.

 

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