AUSTRALIA (EFE).-James Harrison, conocido como el «hombre con el brazo de oro», dejó un legado impresionante tras salvar la vida de más de 2 millones de bebés durante casi 9 décadas. A través de su constante donación de sangre, que contenía un anticuerpo vital para tratar una rara enfermedad, Harrison hizo una diferencia enorme en la salud de los recién nacidos.
Harrison falleció el 17 de febrero a los 88 años, tras una vida dedicada al bien de los demás. Su partida dejó un vacío, pero su legado continúa, mostrando cómo un simple gesto puede tener un impacto que perdura.
Entre los 18 y los 81 años, Harrison donó su plasma más de 1.170 veces, un gesto que comenzó cuando, a los 14 años, recibió transfusiones de plasma tras una cirugía de pulmón. Esta experiencia lo inspiró a continuar donando para ayudar a otros. Su sangre contenía anti-D, un anticuerpo crucial para prevenir la enfermedad hemolítica del recién nacido (EHRN), un trastorno sanguíneo que puede poner en riesgo la vida de los bebés al hacer que los anticuerpos de la madre ataquen sus glóbulos rojos.
A través de sus donaciones, Harrison ayudó a crear vacunas anti-D para prevenir esta enfermedad mortal. Más de 2 millones de bebés recibieron esta vacuna, incluida la hija de Harrison, Trecey Mellowhip, quien expresó con orgullo cómo sus propios hijos y bisnietos también se beneficiaron de las donaciones de su padre.
En sus propias palabras, Harrison solía decir: «No duele, y la vida que salves podría ser la tuya». Su generosidad no solo le dio la oportunidad de salvar vidas, sino que también permitió que muchas familias como la suya siguieran existiendo. La Cruz Roja de Australia describió a Harrison como un hombre excepcionalmente generoso, dedicado completamente a la causa de la donación de sangre.
