La crisis en Haití reactiva la fe en el vudú como refugio espiritual

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Puerto Príncipe, 15 de Mayo (EFE).– La crisis política, social y económica ha llevado a un número cada vez mayor de haitianos a buscar refugio espiritual en el vudú, una religión que ha resistido siglos de persecución y sigue siendo un pilar en la vida cotidiana del país. “Nos han fallado los políticos, nos han fallado los líderes religiosos tradicionales. Ahora, los loas (espíritus) son nuestra última defensa”, explica a EFE Augustin St-Clou, también conocido como ‘Le Roi Vudú’ (El Rey vudú).

En Haití, más de un millón de personas, alrededor del 9 % de la población del país, son desplazadas por la violencia, según cifras publicadas en 2024 por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Además, el año pasado 5.600 personas fueron asesinadas, 2.212 heridas y 1.494 secuestrados, según el informe de la ONU publicado en enero de 2025. Ante este desalentador panorama, los houngans y mambos, sacerdotes y sacerdotisas del vudú, reciben constantes visitas de personas que buscan protección, amuletos contra la violencia o incluso la revelación del paradero de familiares secuestrados.

Los loas, espíritus intercesores entre el mundo de los vivos y el de los ancestros, se invocan en rituales para pedir guía, justicia o sanación. “Los loas me mostraron en sueños que mi hijo estaba vivo. Unos días después, lo encontramos en un barrio lejos de aquí”, cuenta Marguerite, una mujer que recurrió a un ritual con vevès (símbolos sagrados dibujados con harina o ceniza) y pólvora para pedir la intervención de Ogou, el loa guerrero vinculado al coraje, la fuerza y la justicia.

El vudú, una religión ancestral originada en África occidental y desarrollada en el Caribe, es un sistema espiritual complejo que combina cosmovisiones africanas, catolicismo e influencias indígenas.

En Haití, ha sido perseguido durante siglos, pero continúa siendo una fuerza viva; no solo como religión, sino como sistema de resistencia, cuidado colectivo y comunidad. “Podrán quemar nuestros templos, pero nunca apagarán nuestra fe”, sentencia Le Roi Vudú, mientras un grupo de devotos se inclina ante un altar cubierto de flores, botellas de ron y figuras de santos católicos que se confunden con los retratos de los loas. Una religión incluida en la política haitiana El vudú también ha sido históricamente una fuerza política en Haití, desde la Revolución de 1791, donde la ceremonia de Bois Caïman encendió la lucha por la independencia.

Durante los regímenes de François “Papa Doc” y Jean-Claude “Baby Doc” Duvalier fue utilizado como una herramienta de control y represión. Papa Doc, incluso, se autoproclamó Baron Samedi, el loa de la muerte, y empleó símbolos vudú para infundir miedo en sus opositores.

Muchos houngans y mambos fueron reclutados como informantes del gobierno o como parte de los Tonton Macoutes, el grupo paramilitar creado por Francois Duvalier en su mandato de 1959, dando origen a las pandillas de hoy en día. “Es cierto que algunos usaron el vudú para el mal, pero no podemos culpar a la religión. Fue el hombre quien lo corrompió”, reflexiona Le Roi vudú.

El vudú también se ha utilizado como una fuerza política constructiva. En agosto de 2021, durante las negociaciones del Acuerdo de Montana, un plan propuesto por la sociedad civil para restaurar el orden en el país tras el asesinato del entonces preidente Joivenel Moïse, varios líderes vudú participaron activamente.

“El Acuerdo de Montana no es solo una propuesta política, es una manera de reconstruir Haití desde sus raíces. Y el vudú es una de esas raíces”, explica un líder comunitario que prefiere el anonimato.

Sin embargo, el acuerdo nunca fue implementado, sino reemplazado por el Consejo Presidencial de Transición (CPT) creado por la CARICOM, pero quedó de manifiesto que el vudú sigue siendo una estructura de poder en la sociedad haitiana.

Hoy, mientras Haití enfrenta múltiples crisis, los practicantes buscan reivindicar su fe, no como un instrumento de terror, sino como un pilar de resistencia y comunidad.

El vudú como refugio en tiempos de crisis
En un pequeño templo de Carrefour, en el barrio de Gressier de Puerto Príncipe, el sonido de los tambores resuena con fuerza mientras decenas de personas se reúnen en una ceremonia vudú.
El aire está impregnado de olor a incienso y cera de velas derretidas. Hombres y mujeres, vestidos con túnicas blancas, faldas y pañuelos de colores vivos, acordes con un ritual purificación o iniciación, entonan cánticos en criollo haitiano.

“No nos importa que nos odien, porque no pueden acabar con nosotros, hace parte de quienes somos como Haitianos,” cantan a coro. En el centro del hounfò, el espacio sagrado, se erige un ‘poto mitan’, el poste central que simboliza la conexión entre el mundo terrenal y el espiritual.

Alrededor, las personas se balancean al ritmo de los tambores rituales, mientras algunos entran en trance. Una mujer de edad avanzada, con un pañuelo rojo atado en la cabeza y cuentas de colores colgando del cuello, empieza a temblar y susurra palabras ininteligibles.

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