MIAANMAR (YAHOO NOTICIAS.).-Las fuertes lluvias que caen desde el fin de semana en la región central de Birmania (Myanmar) complican las tareas de rescate y asistencia humanitaria, justo cuando se cumplen diez días del terremoto de magnitud 7.7 que ya ha dejado al menos 3,514 muertos.
La Cruz Roja Birmana informó este lunes en la red social X que las lluvias azotaron el área de Sagaing, una de las zonas más afectadas por el sismo del 28 de marzo, agravando la situación de miles de personas que siguen viviendo a la intemperie, ya sea porque perdieron sus casas o por miedo a posibles réplicas.
La organización colocó lonas impermeables en la localidad de Tagaung para alojar temporalmente a unas 120 familias. Sin embargo, la ayuda sigue siendo insuficiente.
El departamento de meteorología local advirtió que el temporal podría extenderse al menos hasta el miércoles, con riesgo de que las lluvias provoquen derrumbes, hundimientos de terreno y la propagación de enfermedades.
Según cifras oficiales de la junta militar que controla el país, más de 47,000 viviendas resultaron dañadas por el sismo. Las zonas más afectadas son Sagaing, Mandalay, Magway, Shan, Naipyidó y Bago, donde se ha declarado el estado de emergencia.
Desde Naipyidó, el jefe de servicios humanitarios de la ONU, Tom Fletcher, recordó que todavía se están rescatando cuerpos entre los escombros. “La devastación es real. La pérdida es real. Los terremotos golpean con más fuerza a los más pobres, a quienes no tienen recursos para reconstruir”, dijo tras visitar un barrio afectado.
Un informe de las Naciones Unidas estima que hay unos 17 millones de personas afectadas, de las cuales 9 millones viven cerca del epicentro y han sufrido daños directos en 57 municipios.
Mientras tanto, bomberos birmanos y rescatistas chinos recuperaron este lunes varios cadáveres de entre las ruinas de un conocido hotel en la ciudad de Mandalay, la segunda más poblada del país.
Además de los problemas causados por el desastre natural, los esfuerzos de ayuda también están siendo obstaculizados por los conflictos armados que persisten entre el Ejército birmano y grupos opositores a la junta militar, que tomó el poder en febrero de 2021.