ESTADOS UNIDOS (NBAMANIACS.com).¿Nos creemos a los Chicago Bulls? Esta es la pregunta obligatoria después de que los de Illinois se hayan colocado líderes en solitario del Este tras ganar por 113-111 a los Philadelphia 76ers, con quienes compartían hasta hace unas horas una primera plaza en la que nadie podía imaginarlos a estas alturas. Pero a la que se han agarrado presumiendo no solo de un baloncesto veloz y divertido sino también de carácter para sobreponerse a las dificultades.
Y es que durante muchos minutos la respuesta a la pregunta inicial fue un no rotundo. Los Bulls parecieron incluso fuera de lugar en un encuentro de tanta magnitud y fueron prácticamente sacados de la pista por Joel Embiid y Tyrese Maxey, que con 40 tantos entre ambos hicieron a los 76ers contar con una ventaja de 24 puntos antes del descanso. Si el duelo parecía decidido a determinar cuál de estas dos sorpresas se consolidaba como una realidad, Philly empezaba a tomar forma de equipo a temer.
Pero en la NBA moderna las diferencias que parecen enormes no lo son tanto, menos cuando se juega al ritmo de unos Bulls que no conocen el verbo frenar y que han demostrado poder firmar grandes parciales favorables en apenas unos instantes. Los de Donovan nunca dejaron de creer, y a medida que Embiid se iba apagando y Maxey se quedaba solo, los puntos fueron dejando de llegar tan fácilmente para los 76ers y la brecha se iba reduciendo y reduciendo. Hasta que llegó el momento de la verdad.
Con 110-111, Chicago dio el balón a un Josh Giddey que fue su faro guía con 29 puntos, 15 rebotes y 12 asistencias, y que hizo en la posesión decisiva lo que mejor sabe hacer: romper a su defensor, pisar pintura, atraer a las ayudas defensivas y doblar a un esquina. En este caso a una en la que estaba Nikola Vucevic, que, tras haber fallado cuatro triples hasta el momento, probó suerte con pocos segundos para el final. Y a la quinta fue la vencida.
Fue la primera vez en toda la noche que los Bulls se pusieron por delante, pero lo hicieron cuando había que hacerlo. Y aunque Quentin Grimes tuvo la opción de volver a cambiar el rumbo del choque con un triple final, si algo saben hacer los de Illinois este año es ver a sus rivales fallar triples. El colapso de los 76ers, que solo anotaron 36 tantos en toda la segunda parte, culminó con otro inevitable fallo que terminó de llevar la locura a un United Center cada vez más ilusionado.
Y con motivos. Porque los suyos han encontrado la manera de ser tanto divertidos de ver como eficaces, con una plantilla más profunda de lo que cualquiera habría podido imaginar y que, si bien gira en torno a Giddey, encuentra siempre muchos hombres capaces de aportar. Esta noche, por ejemplo, fueron seis los jugadores en dobles dígitos que los ayudaron a erigirse como líderes de su conferencia. Un puesto que veremos cuánto pueden aguantar.

