Obispos mudos, ciegos y sordos antes debates de grandes temas nacionales que impactan a la gente

Santo Domingo,- Tras el retiro por asunto de edad del arzobispo metropolitano de Santo Domingo, Monseñor Nicolás de Jesus-Cardenal-López Rodríguez, y con él la salida por la misma causa de una pléyade de obispos en todas las diócesis del país, quienes los sustituyeron hoy dirigen una iglesia católica ciega, muda y sorda frente a importantes debates de temas de gran repercusión que impactan la vida de la gente.

Además del Cardenal López Rodríguez, el pueblo recuerda con añoranza el trabajo de monseñor Agripino Núñez Collado, mediador por excelencia de grandes conflictos que amenazaban con quebrantar el clima de convivencia de los dominicanos, por distintas causas, desde lo político, social, huelgas, y otros temas que, en su momento, se convertían en un trastorno para el buen vivir de la familia dominicana.

otras altas sotanas que le llega a la mente de la feligresía católica, son los Monseñores Jesús María de Jesús Moya, Mamerto Rivas Santos, Roque Adames, Juan Antonio Flores Santana, Tomás Abreu Herrera, Ramón Benito de la Rosa y Carpio, Antonio Camilo, y José Dolores Grullón Estrella, entre otros, quienes además de pastorear sus ovejas, siempre estaban atentos para hacer sentir su potente voz frente a males sociales y otros temas conflictivos de interés nacional.

Pero, con la llegada de los arzobispo Francisco Ozoria y Héctor Rodríguez a los arzobispado de Santo Domingo y Santiago, respectivamente, el silencio y la indiferencia del alto clero católico se ha convertido en el pan nuestro de cada día, a tal punto que muchos curas párrocos han criticado públicamente a la jerarquía católica por su mudez frente a temas de grandes repercusiones en la vida de los dominicanos.

Una de las pocas voces que le quedaba a la iglesia de Pedro en el país, era la del obispo de la Diócesis de Baní-San Cristóbal, monseñor Víctor Masalles a quien, como se dice en el argot popular, lo metieron al medio, y lo sacaron de ese obispado porque sus pronunciamientos respecto a temas que afectaban a la gente molestaba a la estrategia de un alto clero que solo se dedica a oficiar homilías con una eucaristía que no trascienden más allá de los templos donde tienen sus sedes.

El único obispo que, a veces, se pronuncia sobre las problemáticas que afectan a su rebaño y a otros temas de interés general, es Jesús Castro Marte quien dirige la Diócesis de Higüeyla Altagracia.

La indiferencia de los obispos dominicanos llega a un grado tal, que no han dicho esta boca es mía con respecto a la reforma fiscal que sometió el gobierno al Congreso nacional, la cual ha sido rechazada por todos los sectores de la sociedad, y la Conferencia del Episcopado Dominicano no ha sido capaz de elevar su voz, aunque sea para facilitar un diálogo entre las autoridades y quienes se oponen a dicha iniciativa.

Más allá de insulsas Cartas Pastorales de fechas importantes, y el Sermón de la 7 Palabras, la Iglesia como cuerpo se ha desentendido de los temas que preocupan a la gente, contrario al protagonismo que ha asumido la Iglesia Evangélica que cada vez gana más espacios entre los creyentes dominicanos porque está pendiente de sus necesidades espirituales y materiales.

El único fuerte pronunciamiento que ha hecho la Conferencia del Episcopado fue para pedir que en el proceso de repatriación de indocumentados haitianos se le respeten los derechos humanos, tema este que siempre ha contado con la solidaridad de monseñor Ozoria Acosta

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