¿Se ha perdido una oportunidad de oro?

Autor: Miguel Collado Di Franco

Ante el anuncio del retiro del proyecto de ley de Modernización Fiscal, la opinión pública y la ciudadanía están muy atentas a los próximos pasos que darán las autoridades. Nos parece que la decisión de retirar el proyecto de ley fue acertada.

La reforma introducida al Congreso Nacional carecía de elementos que permitieran crear un sistema tributario cónsono con las necesidades de mayor crecimiento económico vía inversiones y, en consecuencia, tenía vocación de erosionar algunas de las bases tributarias. El proyecto, analizado en conjunto, tenía la intención de recaudar en el primer año, sin tomar en consideración el impacto en el crecimiento de la economía, y el desgaste que sufriría, en consecuencia, en los años posteriores. Obligando a una posterior legislación para tener que hacerle una reformar a la misma reforma.

La pregunta que parte de la opinión pública y de la ciudadanía es: ¿qué se puede hacer ahora; qué curso continuar?

Desde el CREES entendemos que estamos a tiempo de no perder una oportunidad de oro para realizar una transformación tributaria integral, y escalonada en tres años, del sistema tributario con el propósito de aumentar el crecimiento, la generación de empleos, elevar los ingresos de los dominicanos y garantizar las recaudaciones fiscales.

Esta institución tiene 12 años estudiando el tema fiscal. La fiscal, consideramos, es la principal reforma estructural que necesita el país para mejorar el clima de negocios y los niveles de vida de los ciudadanos. Por la importancia que tiene, sería clave para evitar una crisis de deuda en un futuro; o impactos más severos por probables choques externos. De lo anterior se desprende que hayamos elaborado una propuesta de transformación integral al Código Tributario y un proyecto de Ley de Responsabilidad y Transparencia Fiscal. Ambas disponibles en el sitio web de la institución.

El bienestar del pueblo no debe emplearse como excusa para modificaciones tributarias que, por su intención meramente fiscalista, cause un deterioro en la economía de los hogares y afecte la creación y el sostenimiento de proyectos productivos. Por tanto, la propuesta del CREES siempre ha estado enfocada en tasas más bajas, a la eliminación de los impuestos más distorsionadores, a facilitar la formalización, a reducir los incentivos para la elusión, a disminuir la propensión hacia la informalidad y el comercio al margen de la ley, y a que solo se revisen leyes de exención cuando se implemente un sistema tributario que así lo permita.

Entendemos que, habiendo reconocido las autoridades que la propuesta presentada no tenía aceptación, pueden aprovechar el momento para rectificar con una propuesta que promueva el desarrollo por mayor ahorro, inversiones, producción, consumo, empleo y niveles más altos de ingreso, y que logre la meta de mayores recaudaciones.

La complacencia, el statu quo, no le conviene al país. Es momento de reformas estructurales. De lo contrario, la economía seguirá creciendo, fundamentalmente, por factores externos, no por incrementos de productividad y por nuevas inversiones.

La complacencia suele conducir a una actitud confiada y despreocupada de las autoridades y de la mayoría de los agentes económicos. Cuando ese statu quo se enraíza y muchos sectores llegan al convencimiento de que a la economía puede ir bien sin hacer cambios profundos, que ameriten buenas competencias en su diseño, excelente comunicación y valentía política para su defensa, surgen consecuencias que todos debemos evitar.

Las consecuencias nocivas se imponen solas; por gestación de la dinámica de inacción asumida como nueva política de estado, o por factores económicos externos.

Este es el momento de evitar las secuelas de no haber hecho las transformaciones necesarias. Deseamos enviar el mensaje de que es fundamental evitar caer en la complacencia por un error de diseño de la reforma introducida al Congreso Nacional. Reiteramos, ese error se puede enmendar logrando el respaldo de la mayor parte de la población, porque reconozcan en una nueva reforma que su bienestar no sería quebrantado por un afán fiscalista.

Además de la transformación tributaria, las autoridades tienen la oportunidad de demostrar la voluntad de realizar ajustes en el gasto público para aligerar la carga de los contribuyentes. Los gobiernos son electos para administrar, no para cubrir ineficiencias con mayor gasto público. En consecuencia, es sano que puedan descargarse de actividades que pudieran ser transferidas a privados, o tercerizadas. Debería ser función de los economistas que entienden las bondades de la disciplina fiscal, convencer sobre lo anterior. Los esfuerzos de economistas independientes deben dirigirse a advertir sobre la sostenibilidad de la deuda desde el punto de vista del gasto, no solo los ingresos; sobre todo en un entorno internacional incierto.

La complacencia podría conducir a consecuencias negativas por nuestra dependencia de recursos externos: ingresos de turismo, exportaciones de zonas francas, el gran peso de las remesas y de la misma deuda pública. Los fundamentos de las principales economías del mundo: Estados Unidos, China y Europa, son más débiles de lo que parecen. Cada día se torna más incuestionable para los analistas que le dan seguimiento a la economía global. De no ser así, los tres bancos centrales de esas economías no habrían adoptado las medidas de expansión y reducción de tasas recientes. Tampoco se estarían produciendo las expansiones fiscales actuales.

Ante ese contexto y al aumento de tensiones geopolíticas, y de guerras en curso, un shock externo debe estar en el escenario posible que debe contemplar el equipo económico del gobierno, y la sociedad misma. Este es el momento de prepararnos con un conjunto de verdaderas reformas. No parchos, no medidas complacientes de consensos que, en sentido general, no toquen puntos medulares.

En tal sentido, es perentorio reforzar la reforma laboral en lo que respecta a los costos laborales no salariales, se hace urgente adoptar una decisión con el sector eléctrico que no espere dos años, el mercado de transporte de carga necesita de la implementación de medidas derivadas de sentencias de los más altos tribunales, el mercado de hidrocarburos amerita una revisión, la permisología y el estado de derecho tienen muchas oportunidades de perfeccionamiento. Esas son algunas de las medidas pendientes, no todas.

Por otro lado, retomando la reforma tributaria, puede causar preocupación en las calificadoras de riesgo y en los tenedores de bonos que, habiendo durado cuatro años elaborando una reforma, las autoridades no fueran capaces de impulsar una transformación tributaria. Una reforma necesaria para garantizar el crecimiento y colocar al país en una mejor posición de lograr el grado de inversión. Esos agentes, junto con potenciales inversionistas, tienen un peso relevante dentro de la ecuación económica del país de corto y mediano plazo.

¿Qué queda ahora? Desde el CREES insistimos que es importante que las autoridades tengan el apoyo público en el control del gasto, incluyendo el gasto político. Pero que esas mismas autoridades realicen un ejercicio profundo de economías que se puedan traducir en ahorros. Se inició con el anuncio de fusiones y eliminación de instituciones públicas. El ahorro se quedó en un mero enunciado, no en una política de impacto real en las finanzas públicas. En ese sentido, apoyamos la responsabilidad fiscal como un principio ético y económico. Nos distanciamos de las voces que justifican mayor gasto y de que los déficits solo pueden reducirse mediante el cobro de más impuestos.

Por último, entendemos que este es un momento de reflexión, pero que el mismo no debe llevar a la inacción. La complacencia podría perjudicar a la economía. Por tanto, reiteramos que es importante hacer reformas estructurales, entre ellas una transformación tributaria que no erosione bases, no penalice más el ahorro y las inversiones, permita elevar el potencial de crecimiento de la economía y el aumento de los ingresos reales. Y, en consecuencia, ayude al gobierno en su labor recaudadora, y en que el esfuerzo fiscalizador sea aún menos complejo.

Que no se pierda una oportunidad de oro de realizar transformaciones en un clima de paz, sin crisis económicas ni políticas. En tal sentido, la propuesta de transformación tributaria de CREES sigue a disposición de la sociedad y de las autoridades.

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