Reflexiones atrevidas #83: La obligada reflexión opositora

Por José Francisco Peña Guaba

He sentido con preocupación cómo los actores políticos de oposición han tomado los resultados de las elecciones recién concluidas y, al parecer, no se han dado cuenta de que estamos construyendo con nuestra inacción, pasividad y aceptación de los mismos “la crónica de una nueva derrota anunciada para el año 2028”. Solo tenemos que observar detenidamente los resultados electorales de los últimos 20 años, del 2004 al 2024,para darnos cuenta de que, como en Hamlet, drama trágico de Shakespeare ,“algo huele mal en Dinamarca”.

He escuchado mil veces a bocinas al servicio del oficialismo justificar las acciones avasallantes del Palacio, decir que aquí no ha pasado nada y que todo lo que se ha hecho desde el gobiernopor los popis del PRM es lo mismo que realizó un hegemónico PLD del año 2004 al 2020; para excusar con ello las grandes violaciones o delitos electorales cometidos en los dos últimos dos procesos electorales, el municipal de febrero y el recién realizado el domingo 19 del corriente mes.

No negaremos que existe un voto patrimonial que beneficia al partido político que está al frente de la cosa pública. Durante 22 años, ese voto benefició a los reformistas, al PRD entre los años 1978-1986 y, por qué negarlo, a todos los que llevamos al poder al PLD desde el año 2004 hasta el 2020. Sin embargo, hay profundas diferencias entre lo sucedido en el pasado y lo que vivimos hoy, y eso tiene mucho que ver con la necesaria legitimidad democrática que debe tener quien surge de la voluntad mayoritaria del soberano.

Reconocemos, apegados a la verdad histórica, que antes de instituirse el sistema de doble vuelta algunos gobiernos surgieron sin tener el apoyo mayoritario del pueblo. Un ejemplo es el caso de las elecciones del año 1990, donde el doctorBalaguer, para su cuarta reelección, obtuvo apenas un 35.35% de los votos, en una elección en la que solo concurrió un 60.53% de los electores hábiles para votar.

La concurrencia electoral tuvo hasta las elecciones del año 2020 una participación de sufragantes que rondaba un 70%. Sin embargo, la pandemia del COVID–19 y un descontento importante de simpatizantes del PLD, al verlo dividido, crearon una abstención muy significativa del 44.71%, ya que solo se emitieron votos por un 55.29%. Debido a esa reducción sustancial en la cantidad de votos, salió electo en primera vuelta el presidente Abinader con un 52.52 %. El acorazado morado había perdido en el imaginario popular el carácter de invencibilidad que le había acompañado en seis procesos electorales sucesivos, producto sobre todo de las contradicciones surgidas en las primarias presidenciales del año 2019.

Todos, de una manera u otra, justificamos la baja participación electoral y esperábamos que esto se resolvería para los próximos comicios. Sin embargo, sorprendentemente y sin excusa o motivo valedero, esto se ha vuelto a producir. En las municipales de febrero hubo una asistencia de apenas 46.67% ,yen las presidenciales y congrensuales de hace poco días se produjo el mayor descenso de participación electoral en los últimos 50 años, con una abstención histórica para unos comicios presidenciales del 54.37 %, para un total 4, 429.079 de sufragios emitidos.

La legitimidad del gobierno está cuestionada por haber salido de las urnas con apenas un 30% de apoyo de un padrón de ciudadanos hábiles para votar de 8,145,548 electores. Para aquellos que desean igualar las acciones del pasado con las del presente, solo tienen que observar cómo fueron los triunfos del PLD unido el año 2004 hasta los comicios del 2016, veamos:

1. Presidencial año 2004, concurrencia electoral 72.83% votos emitidos (3,656,550 votos válidos), PLD y aliados obtuvo el 57.11% ( 2,063,928 votos);

2. Municipales y congrensuales del año 2006, concurrencia electoral 56.46% votos emitidos (2,991.031 votos válidos), PLD y aliados obtuvieron el 46.40% (1,387,878 votos válidos);

3. Presidenciales del año 2008, la asistencia electoral fue de un 71.44% de votos emitidos (4,086,451 votos válidos), PLD y aliados obtuvo un 53.83% (2,199,734 votos válidos);

4. Municipales y congrensuales del año 2010, la participación fue de 56.46% (2,991,034 votos válidos), el PLD y aliados obtuvieron un 40.71% (1,380,601 votos válidos);

5. En el año 2012, año en que fue más notable la baja en popularidad del PLD, concurrieron a las elecciones un 70.23% , porcentaje de votos emitidos por los ciudadanos ( 4,536,910 votos válidos ), PLD y aliados obtuvieron 51.21% ( 2,323,463 votos válidos ); y

6. En el año 2016, la concurrencia a las urnas fue de un 69.60% de votos emitidos (4,611,920 votos válidos), en donde el PLD y aliados obtuvieron su más alta votación 61.74% (2,847,438 votos válidos).

Como verán, el promedio de asistencia de electores a las elecciones presidenciales desde el año 2004 hasta el 2016, en las que ganó el PLD, fue de 71.02%. Sin embargo, las que ha ganado el PRM, en el año 2020 y la recién realizada, tienen un promedio apenas entre ambas del 54.83% de votos emitidos.

Un 16.19% más de participación separa los comicios presidenciales ganados por el PLD de los dos del PRM. Si quieren saber, estimados amigos, cuánto ciudadanos menos participaron hoy en comparación con el padrón de hábiles para votar, pues la friolera de 1,318, 764 de electores que no sufragaron, comparado con el promedio histórico de participación sin justificación valedera.

Aceptar sin investigar profundamente qué pasó con solo una concurrencia de un 54.37% de participación electoral es lesivo a la democracia, porque le resta legitimidad a los resultados, desmotiva a los ciudadanos a votar en los próximos comicios y,más aún, a las fuerzas opositoras, porque la condenan a derrotas seguras en el futuro. Porque, ¿quién le ganará las elecciones con ese nivel tan bajo de participación electoral al partido oficialista? Las innumerables ventajas de estar en el poder son tantas que se nos hará difícil, por no decir imposible, superar esa valla de privilegios de quienes administran a su interés los recursos del pueblo.

¿Cómo ganarle con ese porcentaje tan reducido de sufragios a quien tiene influencia decisiva en una nómina de más de un millón de empleados activos y jubilados, a 1,510?432 beneficiarios directos de los programas sociales (SUPÉRATE) según datos al cierre del año 2023, a decenas de miles de proveedores y contratistas del Estado vinculados al partido oficial, y a lo que nunca nadie hizo: otorgar más de 60, ¿000 pensiones especiales y solidarias de manera discrecional por este gobierno? Además, cuentan con recursos económicos incalculables para hacer política, comprar voluntades, votos y para influir en la estructura comunicacional del país, creandouna falsa percepción como ya lo hicieron para los comicios municipales y presidenciales.

Estoy convencido de que en el 30% de electores que tradicionalmente no votan, están aquellos que lo hacen en su mayoría de manera involuntaria. Por lo que, creo que hacer política opositora activa sin redefinir el futuro será un esfuerzo fútil de la dirigencia y una absoluta pérdida de tiempo para la militancia, que esperanzada creerá una vez más que podremos saltar el muro del fraude mediático y de la abstención provocada, para después la misma oposición derrotada, desairarla, simplemente buscando excusas sin peso o a través de argumentos baladíes. Esto nos invita, pues, a los opositores a una “obligada reflexión”.

 

 

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